lunes, 17 de septiembre de 2012

Sigur Rós acapara toda la atención de los asistentes al Dcode Festival /viernes/

 Víctor Sánchez-P /Fotos- Dcode Festival/ - 14 de septiembre de 2012
- Hora: 17:00 -Lugar: Dcode Festival (Madrid) -Promotor: Live Nation
Público: Medio lleno

Sigur Rós/ Foto cedida por Dcode Festival

 La primera de las jornadas de la segunda edición del madrileño Dcode Festival tenía un principal activo que jugaba la baza de convertirse en uno de los conciertos del año en la capital, y así fue. Sigur Rós, principal cabeza de cartel en la primera jornada del festival organizado por Live Nation y la Universidad Complutense de Madrid acaparó todas las miradas y, sobre todo, el alma de los asistentes.

 Pese a que los islandeses eran el plato fuerte de la jornada junto al electro de Justice, otros vecinos nórdicos, Kings Of Convenience, venían a demostrar que sobre un escenario no es necesario mostrar los arquetipos de un gran concierto festivalero, ya que con sus guitarras y melodías suaves les bastó, o por lo menos a ellos, puesto que una parte del público general /inferior al de la jornada del sábado/ prefirió comenzar la fiesta con los directos de Niños Mutantes, Dorian y Dinero, pura esencia nacional.

 De Kings Of Convenience resaltar un buen concierto no apto para el que va buscando caña, en el que desgranaron su último disco junto a temas ya consagrados como 'Mrs. Cold'. Además, hubo halagos al producto nacional, ya que los integrantes de este dúo /que en la recta final de su directo estuvieron acompañados por una modesta banda/ resaltaron la valía de las guitarras fabricadas en España, concretamente la de la marca Alhambra.

 De Noruega dimos un salto para esculpir una imagen desenfada de la música francesa, aunque anglofona, del dúo The Shoes. Ellos, sus sintetizadores y un par de percusionistas que se repartían las partes de una potente batería, estuvieron fijados en un escenario enfrentado a un público que venía pidiendo la batalla que otros grupos no pudieron darle, pero es que esa no era su guerra. Aquí la clave, muchos asistentes reflejaron un cierto descontento con la suavidad de la propuesta ofertada en el escenario principal hasta la llegada de Justice, pero es que no se trata de que por ser un festival, todo ambiente quede empapado de un cariz de desenfreno y discotequero, debe haber para todos. Sí bien es cierto que mucha gente prefirió ver el directo de los franceses, otros /en su mayoría viejos amantes del rollo Sigur Rós/ optaron por visualizar la lindeza cruda y sensacional de dEUS.

 A los belgas les sobraba escenario y les faltó volúmen, y no es una crítica a la calidad del sonido, que fue con creces estupendo, ni a la capacidad musical del grupo, pero sí es cierto que tanto la intensidad auditiva se quedó corta como que el escenario fue demasiado grande para la gente que había frente a él. Pese a ello, la dilatada carrera del quinteto de Amberes fue presentada en un concierto que mostró mucha garra y seguridad. Temazos como 'Ghosts', 'The Architect' o 'Instant Street' convencieron al público de que su proposición de rock desnudo mereció la pena antes de vivir lo que se les venía encima, la magia de Sigur Rós.

 Los horarios estaban preparados para que Sigur Rós no tuviese contrincante sobre el escenario, y es que si la organización hubiese solapado horarios con la actuación de los islandeses, el grupo que hubiese tocado en el otro escenario, el Heineken, se hubiese contentado con tocar para las piedras. Tras Kimbra y dEUS, absolutamente todo el aforo que ocupaba el recinto se posicionó frente al escenario principal para disfrutar del encantamiento y ensoñación que desde un principio se intuyó al ver el escenario con los instrumentos y la iluminación.

 Con la llegada de la formación y sus primeros acordes, el silencio sepulcral se hizo patente en el público para dejarse llevar por la seductora armonía de los temas interpretados /pobres los que anduvieron por las primeras filas, ya que algunos bisoños adictos al 'chunda-chunda' no dejaron de hacer ruido en todo el set/. 11 magistrales canciones inundaron las almas de sentimientos enfrentados que dejaron paso al sosiego y la paz  que éstas anhelaban. Con 'Ný Batterí' el desgarro del arco sobre las cuerdas de la guitarra y la pasión de la voz de sirenas mostraron la tónica del concierto. Obviaron temas como 'Gobbledigook', 'Inní Mér Syngur Vitleysingur' o la conocida 'Glósóli', que podrían haber animado a cualquier pérfido con cero conocimiento en materia musical, para dejar paso a las odas más calmadas /pero no menos intensas/ que demostraron la virtud con que la naturaleza ha bendecido a esta formación.

 Eso sí, temarracos como los magistrales 'Hoppípolla', 'Festival' o 'Popplagið', utilizado para cerrar, no faltaron en un concierto que se antojaba necesario en el público madrileño y que dejó contentos a todos y sus almas saciadas.

 Al finalizar el concierto, muchos asistentes se despidieron del festival, tantos como los que entraron por vez primera al recinto para disfrutar del set de luces y electro que tenía preparado Justice. Los franceses presentaron su último disco, 'Audio, Video, Disco' en su ya habitual parapeto de amplis-focos Marshall y la gran cruz iluminada para hacer bailar al más sieso con su propuesta de rock electrónico.

Justice/ Foto cedida por Dcode Festival



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